En el capítulo 56 Oliveira sufre un cambio en su mente que le causa una crisis de locura, en la que llega a intentar suicidarse, pues se pone en la ventana y comienza a hablar con Talita y otras personas de su trabajo, a Talita le dice maga y conversa con ella como si fuera la maga:
Por fin —dijo—. Se destapó la olla. Ahí abajo la Maga está pensando lo
mismo. Y yo que creía que a pesar de todo me conocían un poco.
—No es la Maga —dijo Traveler—. Sabés perfectamente que no es la Maga.
—No es la Maga —dijo Oliveira—. Sé perfectamente que no es la Maga.
mismo. Y yo que creía que a pesar de todo me conocían un poco.
—No es la Maga —dijo Traveler—. Sabés perfectamente que no es la Maga.
—No es la Maga —dijo Oliveira—. Sé perfectamente que no es la Maga.
Además justo abajo de la ventana de Oliveira se puede ver un dibujo de una rayuela, en la cual Horacio comienza atorar cigarros en el orden de los números, esto favoreció aún más que Oliveira se volviera loco, pues el buscaba alcanzar el cielo, que de consigue como el último cuadrado del juego:
(…)Fíjate que si me tiro —dijo Oliveira—, voy a caer justo en el Cielo.
Aquí además de hablar del último cuadrado, también habla acerca de suicidarse, lo cual refleja lo mal que esta Horacio.
Finalmente los amigos y compañeros de Horacio lo ayudan a que recapacite y no se mate.
El libro termina así:
Era así, la armonía duraba increíblemente, no había palabras para contestar a
la bondad de esos dos ahí abajo, mirándolo y hablándole desde la rayuela,
porque Talita estaba parada sin darse cuenta en la casilla tres, y Traveler tenía un
pie metido en la seis, de manera que lo único que él podía hacer era mover un
poco la mano derecha en un saludo tímido y quedarse mirando a la Maga, a
Manú, diciéndose que al fin y al cabo algún encuentro había, aunque no pudiera
durar más que ese instante terriblemente dulce en el que lo mejor sin lugar a
dudas hubiera sido inclinarse apenas hacia fuera y dejarse ir, paf se acabó.
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